Podríamos ser el joven y rico Harold, y su obsesión con la muerte, intentando múltiples suicidios. Podríamos ser su recta y extravagante madre, la que no muestra interés alguno hacia él. Podríamos ser la anciana que conoce a nuestro triste personaje y le hace cambiar de opinión para con la vida, porque cuando ya crees estar tan perdido que sólo te queda la total indiferencia hacia la existencia, dejándote llevar por el tedio más extremo,siempre aparece una pequeña luz. Me quedo, ya que soy una persona en ininterrumpida búsqueda de una pequeña chispa que me alegre el alma y en perenne tristeza, con esa adorable anciana que ama la vida en permanente disfrute y «hooliganismo». Necesitamos más «Maudes» en el mundo.
Veré la peli para entender mejor. 🙂
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Acabo ahora mismo de ver tu comentario; estoy muy desentrenada de blogs y demás, tanto tiempo… Es un peliculón.
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De las películas más especiales que he visto nunca
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Es maravillosa, no pierdes la fe (aunque sea un poquito).
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